Capítulo 1: La Iniciación de Delmek.
Era una noche oscura y lluviosa cuando Delmek, un hombre perdido en sus vicios, se encontraba en una sombría cantina. Sus ojos inyectados en sangre y su semblante demacrado reflejaban una vida llena de excesos. Delmek buscaba una salida, una forma de escapar de su propio laberinto de autodestrucción.
En medio del humo y el bullicio, una figura enigmática se acercó a su mesa. Era Débroc, un brujo reconocido por su oscuro poder y su conocimiento del inframundo. Su rostro estaba cubierto por una capucha negra, y sus ojos brillaban con una malévola intensidad.
Débroc se sentó frente a Delmek, su mirada penetrante atrapó la atención del hombre vicioso. Sin mediar palabra, el brujo extendió una mano pálida y arrugada, ofreciéndole un pacto que podría cambiar su destino.
Intrigado y desesperado por encontrar una salida, Delmek aceptó la propuesta del brujo. Débroc le habló de una antigua leyenda conocida como "La Zenda del Brujo", un camino oculto que solo los valientes y desesperados se atrevían a recorrer.
La iniciación consistía en entrar a un ataúd en un cementerio abandonado antes de las 4 de la mañana y sacrificar a alguien. Delmek dudó por un momento, pero la promesa de liberarse de sus vicios lo impulsó a aceptar el desafío.
La noche siguiente, Delmek se encontró en el cementerio. La lluvia caía implacablemente sobre las tumbas desgastadas, creando un ambiente lúgubre y opresivo. Su corazón latía con fuerza mientras se acercaba al ataúd abierto, listo para recibirlo.
Con cada paso, los susurros de los espíritus inquietos parecían envolverlo. El viento soplaba gélido, llevando consigo una sensación de muerte y desesperación. Delmek sabía que no había vuelta atrás, había cruzado el umbral hacia lo desconocido.
Al entrar en el ataúd, la oscuridad lo envolvió por completo. El aire se volvió denso y opresivo, como si estuviera sumergido en un mar de sombras. En ese momento, el brujo Débroc apareció ante él, su aura malévola llenando el estrecho espacio.
Débroc le recordó a Delmek que debía cumplir con el sacrificio antes de las 4 de la mañana para completar la iniciación. El corazón de Delmek se aceleró, sintiendo el peso de su elección. Sabía que no podía volver atrás, pero no estaba dispuesto a arrebatar una vida inocente.
El tiempo se agotaba rápidamente, y Delmek se enfrentaba a una encrucijada moral. ¿Qué sería capaz de hacer para liberarse de sus vicios y encontrar redención? Las sombras lo rodeaban, susurros siniestros lo atormentaban, y el destino de su alma pendía de un hilo.
El corazón de Delmek latía desbocado mientras se encontraba dentro del ataúd, inmerso en la oscuridad y rodeado de un aura opresiva. A medida que el tiempo avanzaba, la presión para cumplir con el sacrificio aumentaba implacablemente.
Con cada minuto que pasaba, el peso de su decisión se hacía más agobiante. Finalmente, sintiendo que no tenía otra opción, Delmek tomó una determinación sombría y aceptó el oscuro pacto. Sabía que debía seguir adelante para liberarse de sus vicios y encontrar una nueva vida.
Cuando las manecillas del reloj señalaron las 4 de la mañana, el ataúd se abrió lentamente. Delmek emergió de su claustrofóbica prisión y se encontró cara a cara con Débroc, el brujo negro que lo había iniciado en este camino de pesadilla.
Débroc, satisfecho con la elección de Delmek, lo guió a través del cementerio abandonado hacia una mansión lujosa y decadente. Las puertas se abrieron con un crujido ominoso, revelando un interior oscuro y lleno de misterio.
Al entrar, Delmek fue recibido por una asamblea de brujos y brujas, así como por seres que parecían enviados del mismísimo infierno. La sala estaba empapada en un aire pesado y saturado de energías oscuras, mientras las velas temblaban y las sombras danzaban en las paredes.
Los ojos de Delmek se posaron en cada detalle de aquel lugar macabro. Las paredes estaban cubiertas de tapices antiguos, cuyos diseños parecían retorcerse y cobrar vida. Los muebles eran extravagantes y ornamentados, pero emanaban una sensación de malevolencia.
El sonido de risas siniestras y susurros inquietantes llenaba el aire, mientras los brujos y brujas alzaban sus copas en honor a la llegada de Delmek. Cada uno de ellos lucía ropas oscuras y elaboradas, con amuletos y símbolos ocultos adornando sus atuendos.
Débroc, líder de aquel aquelarre, se adelantó y tomó la palabra. Con una voz profunda y llena de poder, explicó a Delmek que su iniciación era solo el comienzo de un viaje hacia la verdad y el conocimiento oculto. Aquella casa era un refugio para los seguidores del camino oscuro.
La mansión, ahora revelada como un santuario de brujería y culto al diablo, se convertiría en el nuevo hogar de Delmek. Allí, aprendería los secretos más oscuros del arte de la magia negra y se sumergiría en un mundo de poder y seducción.
La historia de Delmek y su transformación en un adepto de la oscuridad apenas comienza. En los próximos capítulos, exploraremos los rituales macabros, las fuerzas sobrenaturales y los horrores que acechan en "La Zenda del Brujo".